Dentro de nuestra colaboración
con el proyecto MMS, hemos inaugurado este curso 2013-2014 con la visita anual
a la Fundació Joan Miró, esta vez para asistir a la exposición Davant l’horitzó, y también al Espai 13,
atendiendo a la instalación de Oriol Vilanova. Para muchos de nuestros alumnos
de 1º de Bachillerato Artístico era su primera experiencia museística, puesto
que los de 2º ya estuvieron presentes el año pasado en la muestra El llegat de Pollock.
La mañana comenzó con una
interesante introducción por parte del comisario responsable de la serie de
exposiciones que, bajo el título general Arqueologia
preventiva, organiza la Fundació para este curso. Oriol Fontdevila, el
comisario, indujo a los alumnos a un curioso ejercicio metafórico sobre la significación
de aquello que estaban a punto de ver, poniéndolos en guardia ante la «rareza»
de la obra del artista y adentrándolos, en un bautismo de fuego, casi iniciático, en un tipo de discurso
artístico que hoy en día suele acompañar necesariamente a la obra. El hecho de
ver a los alumnos in situ, ante un profesional del panorama artístico, fue
desde luego una impagable experiencia casi extra sensorial. Para rematar, el
descenso a las catacumbas de la Fundació estaba sembrado de claves, que bajo la
tutoría del comisario, los alumnos debían solventar; claves icónicas,
espaciales y sonoras. Interesantísimo pues el reto que más tarde, en los días
posteriores, hubimos de explorar en las clases, en debates con los que
intentamos dilucidar nuestras propuestas para el primero de los ejercicios, Perfils, del MMS. La complejidad
conceptual de la propuesta de Oriol Vilanova, produjo una suerte de extravío
general en los diferentes enfoques del asunto, extravío que, como suele
ocurrir, va perfilando sus resultados
muy poco a poco, pero a menudo con ideas por parte del alumnado
descabelladamente sorprendentes: esperamos en breve mostrar unas cuantas de
ellas en nuestro blog.
Por otro lado, la visita a la
exposición Davant l’horitzó relajó un
tanto los ánimos, pues nos enfrentábamos esta vez a una muestra, comparada con
la anterior, tradicional, a pesar del eclecticismo temático de las obras. Los
alumnos ya iban avisados, pues habían trabajado en clase a algunos de los
artistas representados, con lo que, por primera vez, tuvieron ocasión de paladear su cercanía (fantástico poder
ver a Christo en el audiovisual, montando su famosa muralla de tela),
comprobando que un autor y su obra son otra cosa que un nombre y una foto en un
manual de Historia del Arte.
Gracias de nuevo a la Fundació
Joan Miró por hacernos tan fácil nuestra toma de contacto con ese mundo siempre
sorprendente.